La oscuridad, la represión y el dolor están especialmente presentes en cada uno de los ambientes que genera esta obra, siempre cargada de un gran simbolismo. Con una instrumentación algo inusual, coro y cuatro violonchelos, al escribirla pretendía llevar al oyente hasta el momento y lugar mismos de la crucifixión. Es algo que hecho mucho en falta en la música basada en textos bíblicos, la tendencia generalizada a occidentalizar la historia. Por eso, me dediqué durante varios meses a documentarme y a analizar música folklórica hebrea antes de empezar a escribir. Los cuatro violonchelos aportan un dramatismo y al mismo tiempo una profundidad que constituye, a mi parecer, uno de los hechos más representativos de su sonoridad general.
Para coro mixto y cuatro violonchelos